Historia de la escena en Zaragoza.

La historia del teatro en Zaragoza es un relato de 2000 años, que permanece vivo en el panorama cultural y artístico de la ciudad. Acompáñanos en este repaso por la escena zaragozana y descubre su joya principal.

El origen del teatro en Zaragoza

El teatro llegó a Zaragoza de la mano de la obra arquitectónica romana que se encuentra a la vista en el casco histórico de la ciudad. Hablamos, por supuesto, del teatro romano de Caesaraugusta. Esta magnífica construcción de los siglos I-II d.C., con capacidad para más de 6000 espectadores, estuvo en funcionamiento durante 200 años, acogiendo diferentes eventos, representaciones y espectáculos.

El teatro romano de Caesaraugusta fue uno de los más grandes de la Hispania romana, con una cávea de 105 metros de ancho. El revestimiento del graderío y la estructura de la escena era de un precioso alabastro blanco. Como era característico en los teatros romanos, el de Caesaraugusta no aprovecha el desnivel del terreno, sino que se construye como una estructura completa sobre un terreno plano. Con motivo del rápido crecimiento de la ciudad, este teatro fue parcialmente desmantelado a partir del siglo III d.C. para la construcción de otras obras públicas de mayor necesidad, como la muralla romana y las viviendas islámicas, cristianas y judías de etapas posteriores.

Una obra colosal

Nos acercamos desde la calle Verónica a la moderna estructura que cubre los restos arqueológicos de este imponente teatro, uno de los más grandes de la Hispania romana. Podemos pasear alrededor de los cimientos de su graderío, sin dejar de ver el interior de la estructura y accedemos a la vista completa de la grada desde el balcón que se alza sobre un extremo de la escena principal, desde donde podemos imaginar la imponente altura de sus gradas, el bullicio del público y el murmullo de los actores que van a salir a escena.

En el interior del museo del teatro romano podemos contemplar una recreación de esta obra y su evolución en la dinámica de Zaragoza. El barrio del casco histórico evolucionó sobre los cimientos de este teatro, que vio pasar diferentes culturas y tradiciones en esta ciudad, que una vez fue Caesaraugusta. Hoy en día, el recuerdo de esta urbe imperial se revive cada mes en el Paseo Romano, una ruta que nos devuelve al esplendor de la ciudad romana y de su majestuoso teatro, su foro, sus termas, su puerto y sus murallas.

Nace el corral de comedias del Coso.

Cerca de este antiguo emplazamiento, en el siglo XVI, se levantó el Corral de Comedias del Coso, convirtiéndose en la primera construcción de estas características en la Zaragoza renacentista.

Tras numerosas reformas, el antiguo edificio fue sustituido en febrero de 1771 por el nuevo Coliseo de Comedias, que se destruyó poco tiempo después en 1778, debido a un incendio. Como consecuencia fueron prohibidas las exhibiciones escénicas en la ciudad durante más de 20 años. Pero gracias a la presión popular, a finales de siglo se levantó este veto y se inauguró el Teatro Nuevo.

El Nuevo Teatro de Zaragoza

El Teatro Nuevo de Zaragoza fue construido por Agustín Sanz, con el proyecto del tramoyista Vicente Martínez y se inauguró en 1799. Pronto se convirtió en el centro neurálgico de la actividad cultural de Zaragoza, ofreciendo a sus habitantes la posibilidad de disfrutar de prestigiosos espectáculos de la escena mundial. A partir de 1853 con la aparición de otros teatros en la ciudad se comenzó a conocer este Teatro Nuevo como el Teatro Principal, un espacio donde disfrutar de los mejores espectáculos y una variada programación.

Un teatro de diseño

Numerosas restauraciones y obras de ampliación se han llevado a cabo en el teatro principal. Una de las más importantes fue la realizada por Ricardo Magdalena a finales del siglo XIX. El innovador diseño de este nuevo teatro destacaba por su planteamiento de transición desde el tradicional corral de comedias hasta el fresco estilo de los teatros a la italiana. En su interior, el escenario y la sala se disponen como un espacio diáfano en forma de U, que da cabida a 834 espectadores.

Las últimas reformas se llevaron a cabo en 1983, para dotar al Teatro Principal de Zaragoza de la infraestructura técnica necesaria para situarse al nivel de los grandes espacios escénicos de Europa, quedando inaugurado el teatro actual en 1986.

Clasicismo integrado en la modernidad

Desde la plaza Sinués Urbiola observamos la belleza del edificio actual, con un estilo ecléctico-neoclásico que destaca entre las construcciones modernas del centro urbano y roba el protagonismo de la plaza. Entre los grandes ventanales resaltan los carteles de las obras teatrales de la temporada, que son tema de conversación en las terrazas de la plaza.

Nos dirigimos ahora hacia la calle del Coso para acceder al interior del teatro.  Sobre la portada del edificio preside el cartel del Teatro Principal, coronado por estatuas de las musas clásicas del teatro, Melpómente, Tahlía, Euterpe y Terpsícore, esculpidas por Francisco Rallo Lahoz en 1970.

Atravesamos las puertas y accedemos al elegante hall, un espacio de dos plantas, diseñado por José Beltrán y Regino Borobio en 1940, y reformado a finales de los años 30. Entre los mármoles y las lámparas de araña de los años 40 destacan los murales de José Manuel Broto y Jorge Gay.

Comienza la función

La representación ya va a empezar. Pasemos al patio de butacas y tomemos asiento. Mientras esperamos a que se levante el histórico telón, pintado por el zaragozano Marcelino de Unceta en 1878, podemos disfrutar de una de las salas más hermosas de España, que se conserva tal y como fue reformada por Ricardo Magdalena en 1870.

Esta imponente estancia mantiene todo el encanto de la época con sus hermosos palcos, las preciosas pinturas de la techumbre y el popular gallinero. La espectacular decoración del conjunto, con exóticos toques neomudéjares, neoclásicos y neoegipcios nos ayuda a meternos de lleno en la estética de la obra.

¡Shhh!  ¡Se ruega silencio!

Comienza la función.

 

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